Sueño Eterno
El frío me abraza,
suave y penetrante,
robándome el aliento,
en un susurro constante.
Una calma profunda,
me invade y me serena, la brisa me acaricia,
y en su regazo me acuesta.
Las horas se disipan,
la noche ya me recibe,
mis ojos se cierran,
y mi corazón se desprecia.
Ya no hay dolor ni desvelos,
ni el futuro me inquieta,
duermo en un sueño profundo,
donde el alma se aquieta.
Adiós a este mundo fugaz,
de sueños y realidades,
me refugio en la eternidad,
donde solo hay serenidad.